martes, 10 de septiembre de 2013

Un superheroe cualquiera

Como todo superhéroe su vida giraba en querer hacer siempre el bien a la mayor cantidad de personas, tenía o por lo menos creía que tenía todas las herramientas necesarias para poder realizar su tarea. En estos individuos siempre se repiten el mismo patrón de poderes: podía volar, ver a través de las paredes, vista laser, capacidad de respirar bajo el agua, y otra cantidad de sorprendentes dones que por mera casualidad habían sido colocados en un individuo con poca capacidad mental y poca prudencia para consigo mismo, causada por la confianza extrema que le daba su gran fuerza.

Pero nadie escapa de la que es en verdad su verdadera debilidad, algunos los llaman amor, para aquel superhéroe su debilidad tenía un nombre más personal: Raquel, una hermosa chica de unos veintitantos recién cumplidos, que al mirarlo hacia que su corazón palpitara de una manera tan rápida que el vuelo de un colibrí sonaba lento. Con su hermosa piel blanca con pecas escasas hacia que su libido disparara una erección incontrolable, y aún más importante, sin importar que fuerte fuera, siempre se sentía sumamente pequeño ante aquel espectáculo de hormonas que le eran disparadas a su cerebro cada vez que tenía la oportunidad de sentir su aroma.

Sus facultades cada vez que estaba cerca de aquel hermoso tormento se venían comprometidas, porque por extraño que pareciera, podía detener la explosión de un misil sólo con su pulgar, pero no podía detener su idiota sonrisa cada vez que la veía pasar. Entonces sentía una gran confusión, se preguntaba ¿Qué debía hacer? ¿Debía colocar lo que sentía a un lado, y colocar el bien de los demás por encima del suyo propio? Aunque estaba dispuesto a entregar su vida noblemente por una noble causa ¿Sería capaz de hacerlo, sabiendo que su hermosa Raquel se encontraría solitaria en este mundo lleno de inconstantes peligros? Entonces el futuro de la humanidad terminó resumiéndose en una decisión que para él jamás fue obvia.

No podía soportar tantos pensamientos ahogando su mente corta de ideas, necesitaba descansar, buscar un sitio en el cual poder sentir libertad de nuevo, porque lo que el sentía, y que no tenía más nombre que el de aquella mujer, debía ser erradicado de su alma para poder  seguir cumpliendo su destino, que aunque lleno de desdicha, era el que había sido escrito en algún momento por esos niños malcriados que se encargan de llevar el destino del mundo. Encontró un lugar solitario, donde su ayuda era necesaria, y podía olvidar sin hacer grandes esfuerzos, ya que mantendría su mente ocupada tratando de mantenerse vivo, aunque no pudiese morir. Llevó su imprudencia al límite, pensó una y otra vez que sus lágrimas podrían matarlo, pero sólo limpiaban su espíritu, descubría la verdad humana en su corazón de piedra, que cada vez que se imaginaba sin ella se ablandaba un poco más. Al contrario de lo que pensó, sus poderes iban desvaneciéndose; pero a pesar de perder sus grandes dones, jamás se había sentido tan libre en toda su existencia.

Sintió que era el momento de volver a la realidad, siendo un hombre normal, con grandes esperanzas de vivir de forma aburrida, con su cuerpo ya envejecido por los años sin sus dones, para malgastar su hígado con licor barato y sus pulmones con polución y cigarrillos; como lo hacía la gente normal. Al llegar algunas personas le reconocieron inmediatamente, a pesar de su rostro malgastado por los años, pero él no reconoció a nadie, a él realmente no le importaba nadie, a pesar de haber pasado muchas décadas de su existencia tratando de ser el mejor superhéroe de aquella ciudad mal agradecida. Llegó a su viejo departamento, y con una cubeta de metal quemó todos aquellos recuerdos que alguna vez habían sido importantes. Hasta que llego una pequeña carta que alguna vez había escrito para Raquel, en ella expresaba lo que sentía, porque jamás había sido lo suficientemente valiente de expresarle sus sentimientos, a pesar que ella esperaba que él lo hiciera para entregarse en una noche de sexo sin sentido, orgasmos melancólicos, e intercambio de flujos genitales.

Todo aquello por lo que había luchado por olvidar realmente no había sido olvidados, sólo había apagado su corazón para no sentir más dolor sin sentido, un sufrimiento que claramente él había decidido sentir. Y mientras su corazón despertaba, sentía como sus poderes volvían, como su alma volvía a llenarse de compasión, como sus manos recuperaban la fuerza necesaria, como su cuerpo rejuvenecia de forma acelerada. Era un hombre nuevo, que se había dado cuenta que su potencial es único, como el de todos los humanos del mundo y debía utilizarlo para el bien. Pero esta vez, no podía permitirse luchar sin que Raquel estuviese a su lado, así tuviera que pelear sin poderes, era preferible pensar día tras día que su fragilidad se debía a que todas las noches recibiría un beso de su tormento, a que sería inmortal sin tener lo único que realmente importa en la existencia; el calor de una familia.

Entonces fue volando hasta la ventana de la habitación donde bien sabia ella dormía, para esperarla y así cumplir su destino. Al llegar lógicamente allí se encontraba, estaba en una cama acostada, conectada a varios aparatos que la mantenían con vida artificial; estaba llegando a sus 86 años, y sabía que le quedaban unas horas de vida. Así que al ver a aquel héroe, su corazón tembló de alegría, y por unos minutos pudo este latir sin ayuda de aquella máquina.

El sólo se paró a un lado de su cama, y aquello que lo hacía débil por no querer aceptar su destino, esta vez lo hacía mucho más fuerte, más confiable. La miró fijamente, ella también a él, y en ningún momento cruzaron una palabra. Sólo tomó su mano esperando que un milagro ocurriese, que tal vez estuviera escrito en el destino, que ella se levantara de esa cama y recuperara su juventud, y volver a aquella época en la que podía haberlo amado con locura. 

Pero las cosas jamás suceden como se quiere, suceden como deben ser, entonces, en un momento de debilidad botó una lagrima, la cual cayó en la mano de Raquel, destrozándola, lo que era uno de sus dones en este momento de convertía en una de sus peores pesadillas, sus lágrimas tenía la capacidad de desintegrar todo lo que tocaran; calcino el cuerpo de Raquel en menos de 3 segundos, quedando allí sus cenizas solamente.

Toda su vida paso por su mente en ese momento, se sintió paralizado, incapaz, ninguno de los dones con los que había sido bendecido lo ayudaría a sentirse mejor. Estaba lleno de impotencia, rabia, de todos los sentimientos de odio que se pudieran sentir; debía tranquilizarse pero el sentimiento era más grande que la voluntad. Algunas personas al sentir esta impotencia, revientan cosas, todo lo que tengan a su alcance, posiblemente sea la única forma de poder expresar su ira. ¿Cómo podría expresar su ira un ser como este individuo? ¿Rompiendo una ciudad? Pues reventó algunos edificios, mato de forma muy sangrienta a algunos personajes secundarios de esta historia, pero luego de observarse, de bajar un poco su impotencia se dio cuenta que estaba actuando de manera equivocada.

Ya estaba cansado de vivir sin sentido, de no conseguir nada que lo complementara; había decidido acabar con su vida. Pero, ¿Cómo hace un superhéroe para suicidarse? Intentó muchas formas, intentó ahogarse, quemarse en un volcán, salir al espacio, congelarse en el polo norte, pero aunque logró hacerse mucho daño, ninguna acabó con su vida.

Entonces muchas décadas después de luchar contra sí mismo y vivir en una desidia auto aplicada, recordó algo importante, en un pasado, su única debilidad fue Raquel, era el único componente que lo volvía humano, frágil, volvia su cuerpo volatil, y hacia que las ideas que en su mente ya eran escasas, fueran aún más dificiles de conseguir. Se dedicó a buscar sus cenizas, aquellas que habían quedado en aquel accidente que había destruido a su ser amado. Efectivamente las consiguió, las robo de aquel lugar sagrado que sus familiares habían elegido para su descanso eterno, entonces las acercó a su nariz, y como era su costumbre, sin pensarlo mucho la aspiró, como un cocainómano hace con su elixir, pero nada sucedió, esa no era la respuesta.

Entonces empezó a analizar la situación, pudo darse cuenta de su verdadera debilidad: cuando sentía temor e inseguridad para hablarle, era débil, todo su potencial se desvanecía, pero cuando sentía seguridad y estaba decidido a actuar en pro de sus intereses sus poderes aumentaban. Todo se resumía a una sola cosa: él era quien ponía sus límites, quien elegia si era débil o fuerte, él era su propia debilidad y fortaleza. Pero también al darse cuenta de eso, ya le era imposible poder sentirse débil, pensó que jamás podría morir.

Entonces se mudó a alguna ciudad asiática, y aprendió a vivir como uno más de aquellos sitios. Ya no sentía la responsabilidad de proteger a nadie, porque cada quien es quien escribe su destino.