Por el bosque caminó siempre buscando
el destino que le había sido arrebatado aquella tarde de abril. Una
lágrima por su mejilla, le hacia recordar momentos que desearía
haber dejado en el pasado, y aunque bien sabía que debía buscar
tranquilamente ese destino que ya había escrito con su propia
sangre, no se encontraba seguro si era el camino correcto. Sólo se
dedicó a observar su alrededor, a tratar de meditar como años atrás
lo había aprendido a hacer pero que había olvidado su objeto, a
tratar de pensar en lo que ya estaba hecho; era el momento de
reaccionar, de vivir en el presente.
Al final de cuentas siempre los seres
mágicos tienen formas mágicas de pensar, trataba de analizar el
porque de su cruel presente. Era la única manera de poder salvar
algo de ella, de aquel bello espécimen que había observado durante
años en absoluto silencio, tanto físico como espiritual, y realizar
aquel ritual de limpieza que acabaría con su propia vida de la
manera mas dolorosa posible.
Camino con temor, pero a la vez lleno
de valentía porque bien sabia que era la única salida para sus
verdaderos deseos. Cuando se inicio en las artes de la magia
simplemente lo guiaba su gran deseo de poder, nunca se imagino que al
contrario terminaría esclavizado al verdadero amor. Llegó al sitio
pautado, abrió aquel libro con gran respeto, y empezó el ritual al
cual estaba destinado.
Este era un ritual diferente a todos
los que se encontraba acostumbrado, generalmente llenos de sexo sin
sentido y masturbación colectiva, este le permitiría observar cinco
segundo antes de su muerte cual fue el error cometido, y así a
cambio de su vida, su ser complementario podría vivir
tranquilamente, sin recordarlo, sin sufrir por haberlo perdido, ya
que lo que nunca se tuvo, jamas hizo falta.
Entonces, mientras las palabras y las
pociones preparadas iban mezclándose en las porciones exactas,
sentía como su cuerpo iba muriendo, y su alma era cobrada como paga
por aquel acto de injuria, aunque sentía que era lo correcto, era el
pago por haber hecho que botara una lágrima cuando prometió jamas
hacerlo.
Ya cuando aspiraba su última porción
de aire, pudo darse cuenta de lo equivocado que estuvo, que jamas
podría ser feliz, así el no estuviese, porque su destino era
guiarla por caminos desconocidos, no por los que el creyera seguros.
Su muerte fue en vano, su alma se perdió en el olvido.
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