domingo, 6 de diciembre de 2009

En el Bar III (FIN)

Situaciones irreales por su mente eran maquinadas, siempre imaginando idioteces que son importantes sólo individualmente. Buscaba soledad, que mejor lugar que un bar pensó; mientras veía a su alrededor, mientras pensaba en el silencio que causa el sonido extenuante, se daba cuenta que aunque de muchas personas estuviera rodeado, se encontraba sin nadie. Una lágrima corrió por su mejilla, mientras con un trago de ron limpiaba su garganta, mientras pensaba en desahogar su rabia con cualquier idiota, esas que siempre succionan personalidad ya que no pueden crear la suya propia.
Miró a su alrededor, tratando de conseguir una alma tan sola como la suya; encontró demasiadas. Bajo la felicidad irreal que solamente una fina capa de efectos sanguíneos causada por el ron puede dar, se encontraba la mayoría en aquel lugar. Quiso como muchas otras veces ya lo había hecho, mandar todo al carajo y pensar en cómo capturar a una presa; pero era imposible, no podía fingir seguridad. Así que lloró mentalmente su perdida, ya que dentro de si su personalidad se encontraba extraviada, siempre desde aquel día en el que decidió que siempre sería mejor dejar pensar a los demás por él, dejar de lado sus pensamientos ociosos para él muy importantes.
Aunque tomó su trago lentamente, sus pensamientos se encontraban náufragos, tenía dos opciones: levantarse e irse a tratar de recuperar lo que apostó con el demonio aquel día que murió en vida o, simplemente perderse en la inmensidad de su mente vacía de valor. Se levantó bien seguro de su decisión, y fuese cual fuese su decisión nunca pudo mirarse a los ojos para exigirse respeto.

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