viernes, 4 de diciembre de 2009

Ideologías de un Cobarde III (FIN)

-¿Qué hace observándome tan fijamente?- Pensó de forma inmediata aquella joven, una de esas que fue educada dentro de una caja de cristal; donde la inocencia fue perdida años atrás gracias a su creatividad, mostrando inocencia para guardar apariencias. Bien sabía su destino, pero como es común nunca quiso aceptarlo, es más sencillo vivir cuando los demás hacen todo por ti, incluido pensar. Un día atrás su mente quería liberar, pero el sistema es muy intenso, es muy fuerte para permitir un cambio en su rígida estructura. Mientras observaba a su otra parte en ese vagón de tren, pensaba gracias a su estrógeno como seria tener sexo con él, trataba de relacionar todo aquello que había visto en una película erótica a sus 12 años, siendo este su único contacto fuera de su realidad.

A través de las ventanas cristalinas que reflejan gestos faciales, miraba de forma sigilosa a su tormento. No pensaba en nada productivo, como animal en celo cumplía con los rituales de apareamiento humano; espera una mirada suya para pensar tal vez entregarse sin nada a cambio. Es bien sabido y esta de mas decirlo, que el sexo sin amor es vacio, solo sirve para alardear, pero no podía dejar de pensar en eso. Mientras él no observaba su mirada, se observaba a si mismo en aquel reflejo, cierto narcisismo en sus gestos podía leerse fácilmente; no tenía la suficiente inteligencia para pensar en la belleza ajena. Su soledad destruía su personalidad, aquella que había desarrollado sólo cuando en su niñez había sido rebelde; de aquí para acá se había dedicado a imitar.

Esperaba una mirada suya aquella joven, para encontrar de una vez, para siempre y sin saberlo, el camino que la guiara a las respuestas de las incógnitas que nunca había tenido la molestia de hacerse. Pero encontraba en sus ojos náufragos impotencia a sus gestos claros como señales en la oscuridad, en los gestos de él, el reflejo de sus ojos llenos de decepción. No había nada que buscar, en otro lugar se encontraría su otra mitad; perdiendo su tiempo allí se encontraba.

Mientras salía de aquel lugar por fin sus miradas lograron encontrarse, “es demasiado bella, mirarla ya seria para ella un insulto” así que el bajo su mirada y la dejó ir. Nunca se actúa de maneras apropiadas cuando los instintos se piensan dos veces.

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