lunes, 7 de diciembre de 2009

Sueños de Olvido I

-¿El cielo está lleno de luz esta noche? Por lo menos, puedo ver el brillo de tus ojos- era lo que decía aquel joven a su amor adolecente, en aquella época en la cual buscaba a su otra parte de forma desesperada. Bien sabía que debía observar, que el brillo de unos ojos debía indicarle la parte de su alma perdida; estaba seguro que en frente se encontraba lo que buscaba. Perdidos en el bosque con su mano tomada del aire estaba seguro que ese era su amor predeterminado; con esa sonrisa dibujada de oreja a oreja, esperaba el momento en el que sus labios se cruzaran con los suyos.

Su corazón latía cada vez más rápido, su mente se encontraba nublada por aquella obsesión llamada pasión, a pesar de ir adelante su olfato podía obtener el olor de la mujer amada; ese que no temía en decir que le encantaba. Sin un motivo aparente esperaba que su alma le dijese que ese era el punto de encuentro, donde sólo el bosque hablaría ya que la noche tiene vida propia, donde cumpliría el destino de unirse por lo menos una vez con su otra parte para que la vida pueda tener sentido. Corría desesperadamente creyendo levitar a pesar de escuchar el peso de sus pasos, creyendo respirar a pesar de estar sofocado, pensando a pesar de su mente estar congestionada al tanto imaginar. Siempre tratando de guardar las apariencias para no apartarla de su lado, iba reprimiendo sus ganas de gritar a todos aquellos que en su vida le dijeron no confiar en él, esos que le decían con un solo gesto que su búsqueda era inútil; tanto lo repitieron que en un momento llegó a creerlo.

A pesar de su corta edad sabia, que si fracasara siempre él podría sentirse de si orgulloso, poder amarse para amar a su prójimo y siempre tratar de escuchar a Dios en esos raros ejercicios de meditación, esos que se había acostumbrado a hacer ya un tiempo atrás. Cuando esa voz interna que le guiaba le digo haber llegado, paso por su pensamiento la forma en la que se entregaría, bien sabia que la única manera de hacer el amor no era con sexo, sino amando con intensidad, así esa sea la forma que duela más al perder eso a lo que aferro.

Así que sin soltar la mano de su amada trato de mirarla a los ojos, era posible que su mirada como muchas veces ya, hablara sin necesidad de usar el trillado lenguaje verbal. Con el permiso concedido, se acercó lentamente hacia los labios de su tormento, propiciándole un beso suave y dulce, mientras esta se volvía una con el viento nocturno, mientras con un brillo de luz se unía a las estrellas inexistentes en aquel cielo despejado. Despertó en su cama con una gran sonrisa, estaba seguro ya poder morir en paz a sus noventa años, había encontrado en un sueño aquello que en su vida nunca pudo encontrar; era el momento de la metamorfosis.

Se levantó de la forma más rápida que su cuerpo le permitió, con ganas de contar esa experiencia, siempre queriendo enseñar a sus nietos como evadir los errores en los que todos inevitablemente chocamos, pero esa gran sonrisa fue cambiada de forma drástica por una lagrima en su mejilla; el rechazo ajeno fue su paga. Aunque siempre guardará la esperanza de encontrase con su otra parte, corriendo por la eternidad en aquel bosque misterioso.

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